Día 8 | Una herencia gloriosa

Día 8 – Una herencia gloriosa

 

«Que toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Es por su gran misericordia que hemos nacido de nuevo, porque Dios levantó a Jesucristo de los muertos. Ahora vivimos con gran expectación y tenemos una herencia que no tiene precio, una herencia que está reservada en el cielo para ustedes, pura y sin mancha, que no puede cambiar ni deteriorarse. Por la fe que tienen, Dios los protege con su poder hasta que reciban esta salvación, la cual está lista para ser revelada en el día final, a fin de que todos la vean.»

(1 Pedro 1:3-5 NTV)

 

Es tan grande el amor del Padre que envió a su Hijo Jesús para rescatarnos y darnos todos los beneficios de ser hijos de Dios; nos hizo nacer de nuevo y nos dio una vida con esperanza. Todo esto lo hizo por gracia, por su gran amor por nosotros.

Al aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador, pasamos a ser hijos de Dios y coherederos con Cristo. Esto significa que las riquezas gloriosas que el Padre preparó para sus hijos nos corresponden también a nosotros.

Dios quiere darnos una vida abundante, llena de poder, de gloria y de bendición; pero, para poder vivirlo, necesitamos la revelación del Padre acerca de quiénes somos en él.

Recordemos la parábola del hijo pródigo que Jesús narra en Lucas 15. Cuando el hijo mayor escuchó que su hermano menor había vuelto a la casa del padre y le habían hecho fiesta, su reacción automática fue la indignación y el reproche.

Así relata esa conversación la Escritura: «Todos estos años, he trabajado para ti como un burro y nunca me negué a hacer nada de lo que me pediste. Y en todo ese tiempo, no me diste ni un cabrito para festejar con mis amigos.  Sin embargo, cuando este hijo tuyo regresa después de haber derrochado tu dinero en prostitutas, ¡matas el ternero engordado para celebrar!”. Su padre le dijo: “Mira, querido hijo, tú siempre has estado a mi lado y todo lo que tengo es tuyo.  Teníamos que celebrar este día feliz. ¡Pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida! ¡Estaba perdido y ahora ha sido encontrado!”» (Lucas 15:29-32 NTV).

Que Dios nos dé la revelación de la que carecía el hermano mayor de la parábola, la revelación de que todo lo que tiene el Padre es nuestro y podemos disfrutarlo.

Seamos responsables y buenos administradores de la riquezas de nuestro Padre celestial.

 

Motivo de oración

Señor, te damos gracias por tu herencia gloriosa. Te pedimos revelación para poder vernos como vos nos ves: hijos amados y justificados por tu gracia.

 

Aplicación práctica

Traé a tu mente tres promesas de la Biblia y orá declarándolas sobre tu vida.

 

Lorena Scerra

 

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